Unión de costureros: la memoria arropa la memoria

En 2012, un grupo de 40 personas víctimas del conflicto armado e integrantes del colectivo “Costurero de la Memoria”, encuentran en el recién inaugurado Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, un lugar de acogida para reunirse y continuar con sus prácticas de costura y bordado en telas donde representaban episodios de la guerra, pero también sus sueños de paz. El colectivo había surgido en 2008 con la idea de arropar con telas de considerable extensión el Palacio de Justicia para el año 2020.

Ya en 2014, el colectivo se divide en varios grupos de costura con distintos enfoques. En la actualidad, entre estos grupos, encontramos la “Unión de Costureros”, con la participación permanente y activa de 10 personas y el liderazgo de la señora Virgelina Chará.

A través de las telas, la “Unión de costureros” busca propiciar otras miradas sobre lo sucedido en el marco del conflicto armado, que trasciendan interpretaciones dicotómicas que crean una realidad distorsionada sobre lo acaecido, y terminan profundizando en el odio y el rencor, generando una división que solamente prolonga las discordias y estimula la violencia material y simbólica. Desde la cotidianidad, las historias contadas sobre las telas logran retratar la complejidad del conflicto y acercar a la intimidad de los protagonistas para rescatar el dolor y el sufrimiento que como colombianos compartimos y para trazar un camino que se construye con el compromiso y la disposición de todos. Por tal motivo, colaboran en el colectivo, víctimas, estudiantes, y, en general, personas interesadas en promover iniciativas que reflexionen sobre la memoria para concientizar, como una garantía para que los hechos de violencia no se repitan.

Uno de los mitos que ha querido derrumbar el colectivo es aquel que dice que solamente las mujeres son quienes se encargan de prácticas domésticas como tejer. El proceso ha demostrado que también es una actividad que puede realizarse fuera del ámbito privado, en la que los hombres participan y aportan, pues la construcción de la memoria es un ejercicio colectivo que compete a todos los ciudadanos, inclusive a aquellos a quienes el conflicto no ha tocado directamente.

Mediante el ejercicio de tejer fue posible descubrir que las historias de dolor sobrepasan el ámbito de lo individual y pasan a conformar una memoria colectiva que representa a todos los integrantes del costurero y, más aún, a toda la población colombiana. La memoria personal es importante, pues define la identidad de cada persona; pero también se nutre en el encuentro con el otro para reconocer el dolor ajeno.

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