MAFAPO

En 2008, se empiezan a conocer los casos de desaparición forzada de jóvenes que vivían en Soacha y en otros sectores del sur de Bogotá. Los jóvenes salían de sus casas, atraídos con falsas promesas de trabajo y, a los pocos días, aparecían como guerrilleros muertos en combate con el Ejército Nacional, en Ocaña (Norte de Santander) y enterrados en fosas comunes. Pero algo no cuadraba, ¿cómo era posible que aquellos jóvenes, a quienes sus familias conocían bien, lo abandonaran todo, de un día para el otro, para volverse subversivos y, en un lapso tan breve de tiempo, aparecieran muertos? Ante la magnitud de su pérdida y el altísimo riesgo de impunidad, algunas de las madres y hermanas de las víctimas deciden organizarse para que su voz, ahora colectiva, fuera escuchada, y así nace la organización MAFAPO (Madres de Falsos Positivos). En un principio, los objetivos de MAFAPO eran la búsqueda de la verdad y limpiar el nombre de sus familiares, pues en la versión oficial habían sido presentados como guerrilleros, cuando no lo eran. Posteriormente, recibieron denuncias y peticiones de otras víctimas de otras ciudades de Colombia, razón por la cual comenzaron a alzar la voz, ya no solo por los jóvenes de Soacha, sino por todas las personas que habían padecido el conflicto. Una de sus actividades más representativas es el “Costurero de la memoria”, un espacio autónomo de trabajo y encuentro alrededor de la costura en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en donde “la oralidad y las prácticas manuales […] se entretejen como herramientas para adelantar procesos de construcción de memoria, resiliencia y visibilización” (CMPR, 2012). Durante sus encuentros, una vez a la semana, buscan plasmar sus historias de vida en telas. No ha sido un proceso sencillo, pues les exige volver sobre las heridas; sin embargo, gradualmente, el ejercicio grupal de costura, el compartir con otras personas y los talleres de apoyo psicológico, les han ayudado a sanar. Gracias a la amplia difusión que ha tenido el grupo, han sido invitadas a lugares como Washington, en Estados Unidos, para exponer algunas telas y contar sus historias. Las mujeres también promueven y lideran conversatorios en colegios y universidades para visibilizar, concientizar y contribuir a que lo sucedido no se repita, porque se busca que los jóvenes conozcan los casos y sepan cómo actuar ante una situación similar. Todas estas iniciativas y acciones han contribuido a posicionar con fuerza a MAFAPO; mientras para sus integrantes constituyen una forma de catarsis, una vía para afrontar el duelo y sanar las heridas. Por eso, uno de los resultados más importantes ha sido el cambio que cada mujer ha vivido a lo largo del proceso, en tanto se han apropiado de su dolor y lo han transformado en fuerza para luchar , porque saben que la búsqueda de la justicia ya no es solo por sus familiares, sino también en representación de las demás víctimas de la guerra en Colombia que acuden a ellas y encuentran en MAFAPO un referente para emprender o continuar sus propias gestas por la verdad, la justicia y la reparación. Ellas decidieron no atrincherarse en la tragedia y el sufrimiento, sino trascender su propia condición de víctimas, reclamando empatía con su causa más que lástima. Aunque comparten sus historias y no ocultan su dolor, las mujeres de MAFAPO buscan poder continuar, salir adelante, trabajar con la comunidad y permanecer en la búsqueda de la verdad y la justicia. Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, 2019.